jueves

Llega a su fin, el primer concurso internacional de cuentos, de "los escribidores"




Amigos, es con inmensa dicha que brindamos por la finalización de nuestro primer concurso de cuentos y relatos. El mismo coincide con la inauguración de este blog, que como ustedes comprenderán, da por sepultado al viejo, ya demasiado obsoleto para estas lides.
Desde estas líneas, queremos estrechar en fuerte abrazo, a quienes compartieron con nosotros esta hermosa aventura de escribir, que no solo imlicaba participar en un concurso literario, sinó también hacernos conocer sus trabajos, independientemente del resultado final en el concurso.
Por supuesto que debemos felicitar a los ganadores, y a aquellos que obtuvieron menciones especiales; sin embargo no proyectamos desanimar a quienes en esta ocasión no lograron tal galardón, alguien tenía que ganar, y que no fuera uno mismo no establece una tendencia, tan solo un criterio del momento. Nuestra comunidad nació de la lucha como todos saben, de la persistencia por hacer un huequito en el campo de la literatura, así que como dicen los chicos ahora "no me bajés los brazos". Todo fracaso, si tal es la consideración que le cabe, es solo la oportunidad en el futuro, de hacer algo distinto para intentar cambiar el resultado de las cosas.
Hechas estas primeras salutaciones, y las aclaraciones correspondientes, vamos a situarnos en lo que será el encuentro de gala, donde premiaremos a los ganadores y otorgaremos las demás menciones especiales.
La misma se llevará a cabo el Domingo 9 de noviembre a las 17:30 hrs, en el centro cultural Sebastian Piana, sito en Av. La Plata al 1151, y se verificará de la siguiente forma:
-17:30 hrs, acreditación y apertura
-18:00 hrs, discurso de bienvenida a cargo del periodista y escritor Carlos Dorrego Almudio
-Palabras a cargo de personalidades invitadas al evento (a confirmar), pequeña muestra de danza contemporánea a cargo del grupo Tango sur.
-18:30 hrs, presentación de los textos galardonados y sus autores, breve lectura del principio de los tres primeros cuentos premiados, a cargo de la escritora y docente Maryan Gonzalez (presidenta del movimiento literario "Los escribidores"), el periodista Carlos Dorrego, y la poetisa Nahomí Gonzalez.
-19:00 hrs, entrega de los premios y testimonio de los concursantes.
-19:30 hrs, cierre y brindis final, amenizado con un pequeño show del grupo Tango sur.
Hasta ahí el cronograma de actividades proyectadas, pero tenemos algunas sorpresitas en la manga, que todavía no hemos podido confirmar, por lo cual no nos hemos animado a publicarlas, pero que seguramente podremos ir decantando en el transcurso de la tertulia.



Queremos agradecer desde estas líneas, a todos quienes de una forma u otra han contribuido a gestar este evento, y especialmente queremos saludar a los tres autores que han recibido las flores máximas de este concurso, es un privilegio para nosotros poder publicar sus trabajos; el uruguayo Leonardo Siré, la mexicana Cristina Aguirre Montijo, y el santafecino Lucas Bertolucci, gracias en nombre de ustedes, a todos para que no haya ni omisión ni olvido.

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martes

Presentación en sociedad, de los ganadores del primer certamen literario "Los escribidores"



Amigos todos, con alegría indecible y no menor orgullo, presentamos a continuación, a nuestros tres primeros galardonados, en esta suerte de certamen que esperamos, se convierta en un ritual tradicional para los escribidores. No vamos a contar sus vidas enteras, apenas haremos un breve resumen de lo que son y han sido, para que les conozcan, dado que se trata de tres nuevos y muy talentosos escribidores. Sin mas que decir, les dejamos con ellos para que cuenten y digan, lo que son y lo que han sido.


Lucas Bertolucci, 3er premio.

Este orgulloso Santafecino (la patria de León Gieco entre otros), ha llegado a sus jóvenes 36 años, a plasmar en versos sus sueños. Según él, escribir es una necesidad de soltar en palabras, el pájaro de su garganta. De profesión arquitecto, soltero, con un hijo: "Ezequiel" que es su inspiración, amante de los libros más que el futbol, y de la poesía y los buenos vinos de mesa, esos que se beben despacio como los recuerdos. Ha publicado dos libros de poesía en el extranjero, y aspira a seguir desarrollándose como escritor, para seguir logrando cosas importantes. Ha estudiado narrativa y ficción literaria, en el taller del maestro Vargas, y anhela poder vivir de sus versos, para dedicarse enteramente a su verdadera pasión.



Cristina Aguirre Montijo 2do premio.

Esta entusiasta Mexicana de ley, proveniente del Distrito Federal, o ciudad de México ha llegado hasta nosotros, para decirnos que la tierra de Juan Rulfo, Angeles Mastretta, Carlos Fuentes, y el nobel Octavio Paz entre otros, sigue dando buenos escribidores. Esta bella y joven mujer de apenas 36 años, no solo es madre orgullosa de 3 vástagos, y esposa enamorada, es también artista plástica, profesora de literatura con un posgrado en letras, y poetisa ferviente. Durante años trabajó en la empresa de su suegro, hasta que terminó sus estudios. Mas tarde decidió decantarse en forma definitiva, por gestar sus vuelos de amor en palabras. Ha publicado un libro de cuentos y otro de poesía en prosa. Actualmente está escribiendo un ensayo sobre los indígenas Mexicanos, del que esperamos pronto tener noticias frescas. Tiene un espacio en una audición radial, conducida por una buena amiga suya "Sunny", en donde intenta mezclar la literatura con buen Jazz de fondo.



Leonardo Siré 1er premio.

¿Que podemos decir de alguien que ha nacido en la tierra de los Benedetti, de los Galeano, de los Quiroga, solo por citar a algunos escribidores orientales? Este buen charrua, nacido en Montevideo, y oriundo de Malvìn, una populosa barriada de gente obrera, hace digno honor a su orígen "yorugua". Para nosotros representó una grata sorpresa que un hermano tan cercano, finalmente se hiciera con el máximo galardón, y demostrara que Uruguay sigue y seguirá dando buenos amigos de las letras. Este joven escribidor de 33 años, es "manya" a muerte, y padre enamorado de su pequeña Aylén Abigail, su princesa de la alegría, de tan solo dos añitos de edad. Leonardo es Periodista, Analista en marketing, pero además es docente en informática. Actualmente tiene una empresa propia en el rubro de la informática.
Por si fuera poco, el multifacético escribidor oriental, toca la guitarra y canta, ha compuesto algunas canciones, ha musicalizado algunos poemas importantes, y forma un trío de música folclórica junto a su padre y un tío, el trío Manduá, nombre musical si los hay. Leonardo se define como un autodidacta con suerte, y pese a su talento, descree totalmente del aplauso inmediato. Su visión del mundo, es la de un pensador o intelectual de izquierda, con una mirada crítica hacia la sociedad. Hace años logró un segundo lugar en un certamen de poesía, y sabe que este logro en el presente, puede ayudarle a encaminar un poco mas sus pasos, hacia su gran cometido de erigirse como escribidor a perpetuidad. Está trabajando actualmente en una novela, de la que no ha querido soltar prenda, y cuyo gesto respetamos y acatamos, y esperamos pronta publicación.

Los géneros


El estudio de los géneros puede ser de muchísima utilidad al escritor, porque le permitirá escoger -inconsciente o premeditadamente- el papel pautado al que mejor se adapte la historia que quiere contar.
Vamos a graduar las narraciones en una escala ascendente que va de lo probable a lo improbable, de lo improbable a lo posible y de lo posible a lo imposible.

Relatos realistas: lo probable
Un cuento realista es el resultado de la voluntad de reproducir, lo más exactamente posible, las percepciones de la naturaleza, de la sociedad y de los sentimientos y pensamientos del ser humano. El narrador se planta en medio de la vida cotidiana y observa los hechos desde la altura de un hombre del montón. Su intención es que lo tomen por un testigo prescindible. Presume despersonalizándose. Es más: quiere hacernos creer que su única fuerza creadora consiste en la capacidad de duplicar la imagen del mundo. Esto no es, por supuesto, más que un espejismo, porque la objetividad no existe en literatura, y según el narrador elija una historia u otra, unos personajes u otros, unos elementos determinados u otros, el mundo que reflejará el relato será distinto, por más que al lector le parezca que está sacado de sus alrededores.

Lo común de las subclases del realismo literario es, pues, que todas ellas nos muestran acontecimientos ordinarios, probables. El romántico los contará con el ánimo sacudido por fuertes sentimientos. El impresionista analizará, para describirlos, las reacciones de su propia sensibilidad. El naturalista los expondrá de forma que corroboren su tesis de que el hombre es un producto determinado por las mismas leyes que rigen la vida de los animales.

Relatos lúdicos: lo improbable
El narrador de este tipo de historias no llega a violar las leyes ni de la naturaleza ni de la lógica, pero se le ve el deseo de violarlas. En todo caso, se especializa en excepciones. Exagera. Acumula coincidencias. Permite que el azar maneje a los hombres. Con subterfugios nos hace creer que estamos ante un prodigio; prodigio que luego resulta tener una explicación nada prodigiosa. Busca climas exóticos, personajes excéntricos, situaciones excepcionales y explicaciones de lo que a primera vista parecía increíble.
Sería el caso, por ejemplo, de los relatos de aventuras y de las historias policiacas. Veamos las principales características de estos dos subgéneros:

Relatos misteriosos: lo posible
Los acontecimientos en este tipo de cuento son posibles, pero dudamos de cómo interpretarlos. El narrador, para hacernos dudar o para crearnos la ilusión de irrealidad, finge escaparse de la naturaleza y nos cuenta una acción que por muy explicable que sea nos perturba como extraña. En vez de presentar la magia como si fuera real, presenta la realidad como si fuera mágica. Este es el fundamento, seguro que lo habéis adivinado, de ese subgénero llamado realismo mágico, en que se cuenta el descubrimiento del hielo como si fuera la séptima maravilla (Cien años de soledad, de García Márquez) o la ocupación de una casa por algo que no se sabe lo que es ("Casa tomada”, de Julio Cortázar). El narrador se asombra como si asistiera al espectáculo de una segunda Creación.

Visto con ojos nuevos a la luz de una nueva mañana, el mundo es, si no maravilloso, al menos sobrecogedor. En esta clase de narraciones los sucesos, siendo reales, producen la ilusión de irrealidad.

Otro subgénero dentro de este tipo de relatos, sería los CUENTOS DE MIEDO, en los que por medio de una atmósfera propicia y unos agentes de la acción peligrosos, se logra crear ese clima de extrañeza del que hablábamos un poco más arriba.

Relatos fantásticos: lo imposible
Los sucesos de un cuento fantástico pueden transcurrir en este mundo, y que una parcela, únicamente una parcela de nuestro mundo normal se vea amenazada o afectada por el golpe que recibimos de un mundo desconocido. Sería el caso de los cuentos de fantasmas y de la ciencia-ficción (que recrea un mundo futuro, pero justificado por los adelantos técnicos). Pero también existen los cuentos totalmente fantásticos, o maravillosos, en los que los hechos transcurren en un mundo tan anormal (anormal desde el punto de vista humano) que nada de lo que allí ocurre amenaza o afecta a nuestras vidas (sería el caso, por ejemplo, de los cuentos de hadas).

Lo fantástico se basa en la vacilación experimentada por el lector -conocedor sólo de las leyes naturales- ante un suceso aparentemente sobrenatural. Cuando la duda se disipa, cuando el quebrantamiento del orden lógico y natural es ilusorio, el cuento entra en el género de "lo extraño”. Si, por el contrario, se decide que la intervención de lo sobrenatural es una prueba efectiva de la existencia de leyes desconocidas por el hombre, el cuento pertenece al género de lo maravilloso. Lo fantástico, pues, es la línea divisoria entre lo extraño y lo maravilloso. La incredulidad total y la fe absoluta nos sacan de lo fantástico. Sólo la duda nos mantiene en lo fantástico.

Temas fantásticos serían, por ejemplo, las metamorfosis, la invisibilidad, el desdoblamiento de la personalidad, las deformaciones del tiempo y del espacio, la interpenetración de sueño y realidad, el más allá de la muerte, la personificación de las ideas, la zoología fantástica, la existencia de seres maravillosos, etc. Algunos de ellos tienen que ver directamente con lo que llamamos ciencia-ficción.

Propuesta de Trabajo

Relato de género

Escribe un relato que se ajuste a uno de los géneros que aquí se han visto. Pero introduce, sin que resulte inverosímil, algún elemento de otro. En un cuento realista haz que aparezca un ovni, o en uno fantástico manda a un enanito al Ayuntamiento a empadronarse en su nueva seta.

sábado

El personaje



Los personajes... Esas fieras de las que el escritor no puede huir por mucho que corra; esos coleópteros en los que, como en La metamorfosis, de Kafka, el narrador de historias se ve convertido una mañana, sin saber muy bien cómo ni por qué; esos imitadores lúcidos y descarados de las personas; esos invasores de la Tierra que, aprovechando la imperfección del ser humano, se hicieron con nuestra conciencia de la realidad...
Al principio dan miedo, todo escritor lo sabe. Uno se introduce en un personaje y no sabe cómo va a acabar, ni si algún día saldrá de su piel. Parece una catarsis, un viaje astral, una transubstanciación, la famosa abducción de la que los crédulos hablan, alguna de esas historias en las que uno nunca ha creído. Vivirlo en las propias carnes da vértigo, qué duda cabe. Pero sólo las primeras veces. Luego le coges el gusto, y te zambulles sin miedo en los más diversos especímenes (depravados, violentos, tiernos, amorosos, envidiables, envidiosos, estúpidos...), hasta el extremo de no querer volver a tu ser habitual, tan aburrido, tan monótono, tan cotidiano.


Pero veamos cómo se alcanza ese estado de otredad en el que el escritor se sumerge cada vez que narra una historia, y que acaba convirtiéndose en un proceso automático, casi mecánico. Conocerlo nos puede ayudar a propiciarlo cuando las cosas no funcionen como deberían.


Acción y personaje
Acción y personaje están íntimamente ligados en cualquier obra literaria. La unidad del relato requiere que el personaje sea consecuente con su personalidad, por lo que no podemos atribuirle actos que él, por su propio pie, no realizaría (Don Quijote nunca podría decir: “To be or not to be, that is the question”);
de la misma forma, si tenemos claro el argumento de la historia, hemos de escoger un personaje funcional que lo lleve a buen término, que nos facilite la tarea en lugar de estorbarnos (si deseamos hablar de la ruptura de una pareja por culpa de los malos tratos del marido, éste último no puede ser alguien equilibrado y encantador).


Si hacemos este primer examen y comprobamos que el personaje le viene grande a la historia (es decir, se nos va por las ramas o tiende a expandirse en toda su complejidad, más allá de las fronteras que le teníamos marcadas), quizá nos tendríamos que plantear escribir una novela o servirnos de un personaje más simple, con los rasgos imprescindibles para que el argumento funcione; de la misma forma habremos de actuar si, por el contrario, la historia le viene grande al personaje (por ejemplo, en el caso de que a un personaje plano le estemos embarcando en aventuras existenciales excesivamente complejas).


Visualización
Después de esa primera comprobación, el siguiente paso que nos ayudará a avanzar en nuestro relato será visualizar al personaje. Él va a ser quien llevará a cabo las acciones que constituirán la historia y, si no conseguimos verlo íntegramente ante nuestros ojos, caeremos fácilmente en las trampas de la falacia, en la autocomplacencia de atribuir al personaje pensamientos o actos que corresponden al escritor. Asimismo, si nosotros no vemos al personaje, difícilmente lograremos que lo vea luego el lector. Por último, si conseguimos dar vida en nuestra mente al personaje con imágenes, como al actor de una película, nos resultará más sencillo desarrollar las acciones.
Ir visualizando la historia mientras escribimos nos permitirá captar detalles que de otra forma nos pasarían, quizá, inadvertidos. Mientras lo hacemos, estamos actuando como observadores. Y de la misma forma que mirando a alguien en el metro podremos decir bastantes cosas sobre su carácter -e incluso sobre su vida-, observando a nuestros personajes extraeremos de su físico, sus gestos o sus actitudes datos relevantes para la historia.


Identificación
No obstante, y ahí está la mayor dificultad de narrar historias, en la mayoría de las ocasiones no basta con observar al personaje desde fuera. Tras conseguir tenerlo ante nuestros ojos y seguirlo en sus acciones (decididas o no de antemano), en muchas de nuestras historias tendremos que introducirnos también en su interior, acceder a sus pensamientos, a sus emociones y a sus sentimientos. En resumen, convertirnos en él... salvo que hemos de continuar mirándolo también desde el exterior (como narradores). Tarea complicada donde las haya: desde fuera y desde dentro, todo a la vez, como una cámara que se aleja y que se acerca hasta traspasar la piel de nuestro protagonista, en un juego continuo de zooms.
Meternos en la piel del personaje nos permitirá cubrir otra parte importante de la historia: no tanto la de los hechos y acciones, sino la de las causas, las motivaciones, las reacciones (lo que, a su vez, puede que afecte al argumento). Como veis, un relato o una novela se trata de un entramado que se desmorona si falta alguna de las piezas. Si no logramos visualizar al personaje, difícilmente podremos relatar sus acciones de una forma verosímil; si no nos identificamos con él, ¿cómo darle un sentido a esas acciones?


Comprensión
Porque, al fin, de lo que se trata en literatura es de investigar en el alma humana, de encontrar matices y resquicios a los que no podemos acceder en nuestra vida real (demasiado compleja, demasiado caótica, demasiado real), de entender comportamientos que siempre nos habían intrigado... Ningún buen escritor escribe sobre lo que sabe de sobra; ningún lector saca más que entretenimiento de una narración que no le dice nada nuevo.
Si somos capaces de introducirnos dentro de un personaje y comprenderlo, de sentir lo que él siente y después transcribirlo en palabras, estaremos en disposición de entendernos mejor a nosotros mismos y a los que nos rodean. De la misma forma, el lector sacará lección del análisis y seguirá un proceso parecido al del escritor: verá al personaje en conexión con sus acciones, se identificará con él, llegará a comprender desde dentro y desde fuera sus motivaciones, las razones de sus cambios, y de esta forma se entenderá mejor a sí mismo y a las otras personas.


Propuesta de Trabajo


Ficha del personaje


Imagínate un personaje y hazle una ficha: nombre y apellidos, edad, domicilio, gustos, dónde trabaja, cómo es su casa, a qué se dedica en sus ratos de ocio, etc. Cuando creas que lo ves bien en tu mente, échalo a andar. Escribe lo que podría ser el primer capítulo de una novela con ese personaje como protagonista.

miércoles

El punto de vista del narrador


El punto de vista es el ángulo de visión que adopta el narrador para contarnos la historia. Por eso se habla también de focalización: el punto óptico del narrador se convierte en un foco que alumbra a los personajes y sus acciones.


Los tipos de narradores más importantes son los siguientes:


Narrador protagonista
El protagonista nos cuenta con sus propias palabras lo que siente, piensa, hace u observa. La acción del relato es la historia de ese personaje y todos los demás existen a través de él.


Si el narrador se limita a contar aquello que ve y hace, la narración será externa y objetiva. Si además emite sus pensamientos, sentimientos y elucubraciones, la narración será interna y subjetiva.


A veces se da la situación de que el protagonista no llega a comprender lo que le pasa, mientras que el lector goza del privilegio de entender aquello para lo que el protagonista está ciego. Otras veces el personaje habla consigo mismo y la narración se convierte en un monólogo interior, lo que entrega el relato a vaivenes de la mente, desórdenes de pensamiento, espantos e ilusiones. James Joyce en su famoso Ulises lleva esta técnica hasta el extremo. El ejemplo por antonomasia de narrador protagonista sería el de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.


Narrador testigo
En este caso el narrador queda en los márgenes del relato, es decir, no es el protagonista sino un personaje secundario que nos cuenta las andanzas del primero. Puede ser un viejo amigo, un pariente, un vecino o un simple transeúnte.


Un caso claro de narrador testigo es el Doctor Watson, que nos refiere las aventuras de Sherlock Holmes, un personaje con más peso en la narración que él.


También la mayoría de la novela negra americana ha sido narrada utilizando este narrador testigo, que no es sino el detective (Philip Marlowe en las novelas de Raymond Chandler, Sam Spade en las de Dashiell Hammet, etc.) que comienza a investigar una trama y que no sabe más que el lector acerca de ella. De esta forma se sostiene la tensión narrativa, pues el lector va descubriendo e intrigándose con las mismas cosas que el detective.


Esta forma de narrar no da acceso a la vida interior del protagonista más que de una forma limitada. El narrador testigo no puede referirnos lo que piensan o sienten los personajes sino a través de sus gestos.
Narrador Omnisciente


Este tipo de narrador es Dios en el microcosmos de la historia. Lo sabe todo: el principio y el final de la narración; lo que los personajes sienten, piensan y hacen; lo que deberían haber hecho y no hicieron; lo que soñaron y no recuerdan... Es un dios que penetra en el interior de la conciencia de los habitantes del relato, desvela los escondites de su personalidad y, en ocasiones, tiene la osadía de juzgarles.


Por otra parte, esta divinidad es ubicua espacial y temporalmente; puede decirnos el pasado y el futuro y cambiar de lugar para estar en dos sitios a la vez, puede contarnos hechos que no han presenciado ninguno de los protagonistas o escondernos otros que alguno ha vivido. Selecciona a su gusto y elige la distancia con que narrar la historia.
Este tipo de narrador se usaba mucho en las novelas del siglo XIX, y ejemplos claros son las de Balzac, Tolstoi o Flaubert.


Narrador cuasi-omnisciente
Imaginemos una cámara de cine: con ella podemos seguir a los personajes adonde vayan, observar sus gestos y sus reacciones, saber de sus lágrimas, gritos, palideces y rubores, pero será el lector quien interprete las emociones de los personajes y no el narrador. Tendremos conocimiento de sus actos, pero nunca podremos penetrar en su mente o saber lo que han soñado esa noche. Podremos presentar al personaje agitándose durante el sueño o despertándose violentamente en medio de la noche (pues el objetivo de la cámara puede penetrar en todos los espacios del relato), pero para saber el contenido de su pesadilla necesitamos que se la cuente a alguien para que el micrófono de la cámara pueda captar su voz.
El narrador cuasi-omnisciente deja de ser dios, y se diferencia del narrador testigo en que no es un personaje y, por tanto, no ha de estar presente en el desarrollo de la acción: si los personajes están dialogando en una celda, por ejemplo, el narrador testigo habría de estar encerrado en esa celda, mientras que el cuasi-omnisciente puede relatarnos lo que ocurre allí donde ningún otro hombre puede llegar.


Ejemplos de este tipo de narrador nos los da la generación de la mirada o noveau roman, una de cuyas representantes es Marguerite Duras y su famosa novela El amante, en que se mezcla un narrador protagonista (la chica) con uno cuasi-omnisciente que nos relata las acciones de forma absolutamente cinematográfica.


Propuesta de Trabajo


Cuatro puntos de vista


Imagínate que vas en el metro o en el autobús y se produce un incidente. Nárralo brevemente bajo los cuatro puntos de vista que se han estudiado en esta lección: con un narrador protagonista (es decir, en el pellejo del protagonista del incidente); con un narrador testigo (o sea, con la voz de alguien que estuviera allí pero no fuera el protagonista); con un narrador omnisciente (es decir, en tercera persona, narrando los hechos de forma más o menos objetiva); con un narrador cuasiomnisciente (como si de una cámara de cine se tratara).